sábado, 9 de febrero de 2013

Redefiniendo la Relación Estudiante/Profesor: La Asistencia de Cátedra





Si en el proceso educativo universitario existe un mejor ejemplo del robo a los estudiantes es la Asistencia de Cátedra.



En muchos de los programas doctorales se les obliga a los candidatos doctorales a servir como asistente de cátedra de algún profesor. Podríamos suponer que la idea es que estos futuros doctores adquieran las destrezas para ofrecer cursos en las universidades. Esto independientemente de la intención del estudiante de convertirse en profesor o no.



Así la asistencia de cátedra se convierte en un evento de hurto a varios niveles. Este hurto se efectúa contra los estudiantes que han pagado por estar en la clase del profesor y contra los estudiantes que han de efectuar la asistencia de cátedra.



En la contratación de servicio, los estudiantes han pagado por una clase impartida por un profesor con título otorgado y experiencia profesional. Los estudiantes no han pagado para que otro estudiante sea quien le imparta la clase. El profesor, a quien se le ha contratado y asignado un salario para efectuar una tarea, no la realiza y la delega a otro estudiante.



Si consideramos que mucha de estas asistencias de cátedra no devenga ningún tipo de remuneración, se convierte en un hurto para el estudiante que realiza la asistencia de cátedra. Ya que estos están realizando una labor sin remuneración. Lo que hace especialmente nefasto (por no decir inmoral y poco ético), es el profesor quien recibe la remuneración por esa labor. El estudiante realiza la labor, el profesor se lucra del trabajo del estudiante.



Al tomar en cuenta que el profesor ha de utilizar la asistencia de cátedra como parte de la de evaluación, el factor de voluntariedad en la tare es sacado de la ecuación. Ya que ningún estudiante ha de rechazar ‘ayudar’ a la persona que ha de determinar si este ha de pasar o no la clase.