lunes, 11 de mayo de 2015

Alumni (English Version)


I owe nothing to my Alma Mater. Since before graduation I have been bombarded, by my colleagues, professors and alumni, with ideas that I must be grateful to my university for what it has given me. That I must give back (especially financially) to the institution that “granted” my diploma.

I wasn’t granted anything. I earned my academic title. I was the one that went through the imposed Herculean Labors to achieve my academic goals.

More importantly is that I was given nothing my university. I wasn’t the recipient of some sort of charity. The professors and instructors didn’t take me in their class room out of pity. In a country where education has become a profitable business, everything in the university has to be paid for.

I paid for everything during my schools years. My classes, the use of a library and the computers, the professor’s office hours, even the bathroom use is computed in the tuition (and all other special fees). Even when I needed a service outside the paid tuition (transcripts, tax certifications, etc.) I would have to pay extra for those.

When the alumni or schools officials ask me to be grateful, and show it by giving back to the university, I reject them. As should everyone. What they are spewing is sentimental none-sense designed to rob me of my earnings. It is ridiculous to be grateful for something that was sold and paid for. And sometimes overpriced and not what was agreed upon.  Gratuities are given for an excellent service, not when they were unearned; alms are given for pity sake, not when they are demanded.

Alejandro Ortiz

Alumni


Le debo a mi Alma Mater… nada.

Desde mucho antes de mi graduación, colegas, profesores y egresados, me bombardearon con la idea de que le debo estar agradecido  a la universidad por todo lo que me ha “dado”. Que le debo dar (especialmente en financieramente) con creces la institución que me confirió, que me “dio”, mi diploma de graduación.

A mí no se me “dio” un diploma. Yo, gané mi título académico. Fui yo quien cumplió las Labores de Hércules, que se impusieron, para lograr mis metas académicas.

Más importante, nada fue dado por la universidad. No fui el beneficiario de algún tipo de caridad. Los profesores o instructores no me impartieron conocimientos por piedad. En un país donde la educación es un lucrativo negocio, todo en la universidad tiene que ser pagado.

Pagué por todo durante mi tiempo en la universidad. Por mis clases, por el uso de la biblioteca y las computadoras, las horas de oficina de los profesores, hasta el uso de los baños está computado en el pago de la matricula (y todas esas cuotas especiales). Inclusive, pagué “cargos por servicios” cuando necesité de alguna prestación especial (transcripciones, certificaciones para impuesto, etc.).

Cuando algún  egresado u oficial universitario me dice que tengo que estar agradecido a mi universidad por lo que me ha “dado” y que lo tengo que demostrar sosteniéndola financieramente, rechazo esa noción contundentemente (como debería hacerlo todo egresado). Lo que estas personas están intentado hacer es robarme los fondos que he generado por mi esfuerzo con tonterías sentimentalistas.

Es ridículo estar “agradecido” por algo que estaba a la venta y fue comprando. Muchas veces pagado a sobre precio, sin ser el producto por el cual se había pactado. Las propinas se otorgan cuando se ha dado un servicio excelente, no cuando han fayado en ganárselas; las limosnas se dan por piedad, no por exigencia.



Alejandro Ortiz